No recuerdo exactamente como fue la primera vez que te vi. Supongo que mis ojos estaban demasiado cerrados, pero ya te sentía cerca; tan cerca, que cuando me separaban de ti, lloraba como si no hubiera mañana. Te necesitaba a mi lado, para saciar mis primeros instintos, para aprender de ti, para que me enseñaras lo que estaba bien o mal, para integrar tus actitudes junto con las mías, para evitar o tener prejuicios, para no resbalarme y para que, si algún día lo hacía, tu estuvieras allí, ayudándome, dándome apoyo, ayudando a no caer y sobre todo para evitar que volviera a repetir los mismos fallos y errores.
Pasó el tiempo. Vino la querida adolescencia, todo se volvió en mi contra; porque ya no encontraba ese apoyo tan buscado y deseado anteriormente. Pero aún así, a pesar de mi pequeño "rechazo", seguías allí, a pie de cañón, luchando y no abandonándome. Entonces comprendí, que gracias a ti pude caminar, pude llegar a ser lo que soy y que seguirá siendo así.
Por cada paso que di, que doy y que daré... Te doy las gracias. Doy las gracias a todas las madres; por hacer posible que lleguemos hasta aquí. Por las que están, por las que no, por las que se fueron, por las que perdimos y no volveremos a ver, por las que vendrán; por las que, por desgracia, dejaron de serlo... Por todas ellas y a todas ellas: MILES DE GRACIAS.
1 comentario:
Me encanta es perfecto ♥
Un beso, te sigo http://tusonrisamehacegrande-j.blogspot.com/
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