martes, 23 de diciembre de 2014

Rotundamente NO.

No. Me niego a aceptarlo. Ni siquiera aceptarlo, tan sólo creerlo. 
El amor, el cariño, llámalo X... No es algo que se pueda esfumar de la noche a la mañana. Medid los sentimientos, esos que aparecen incluso cuando alguien te ha pegado fuerte pero con el que ni siquiera has llegado a pasar un minuto de tu tiempo.
Solemos comparar el "amor" con algo que nos pasa un día y dura, en el peor de los casos, una semana. Pues no. Esto no es así.
El amor es algo más. Es no darse cuenta. Es no repetirlo. Es cometer errores a sabiendas. 
No es a ver quien puede más. Quien demuestra más.
El amor no se acaba de la noche a la mañana, y si realmente pasa, no era amor de verdad. Es imposible creer que era la persona perfecta y a los dos días tener en mente a otra que lo es mucho más. 
Vale, puede que un clavo saque a otro clavo; pero no te fuerces, no des el paso si no estás segura. De este modo, estarías siendo egoísta.
Piensa en ese clavo, el segundo, el que te ayuda. Puede que intente sacar al primero, pero una vez este esté fuera, puede que no vuelva a encajar bien otro hasta que pase algo de tiempo. 
Esperar es de sabios...
Esperar, esperar, esperar.
El tiempo todo lo cura, el tiempo es la mejor medicina.


lunes, 6 de octubre de 2014

Hoy te he echado de menos...

Echarte de menos es algo que, quizás, se me queda corto. Me pregunto como hubiera sido y como sería a estas alturas de la historia, cuando me arrepiento de tantas cosas... Lo siento. No es que no me conformase, todo lo contrario; pensaba que era demasiado. Y por pensar demasiado, así estamos a estas alturas... Pensando tantas cosas. 

Puede que fuese miedo, quizás mis inseguridades que tantas malas jugadas me han pasado. Pero no lo puedo evitar, soy así; y, aunque muchas veces me arrepiento (más de las que debiera) vuelvo a tropezar mil veces más y a caer de bruces contra el suelo. 

Cambiar ciertas conversaciones, decir que sí sin tener en cuenta mis miedos. Dejarme llevar... que es lo que tanta falta me hace a veces.

Y aunque ni siquiera leas esto, es mi forma de decirte lo mucho que echo de menos las conversaciones, el frío en la cara leyendo tus mensajes y las veces que sonreías y se paraba el mundo. LO ECHO TANTO DE MENOS... Pero sé que no puedo volver, supongo que debe quedarse en el recuerdo. En el pasado. 


viernes, 15 de agosto de 2014

"Lo mejor es no esperar nada de nadie"

Habré visto esta frase como una infinidad de veces. No suelen gustarme mucho este tipo de afirmaciones, por lo absoluto y lo poco de relativo que tienen; pero, a veces, te das cuenta de que definen perfectamente momentos o etapas de tu vida. 
¿Cómo no esperar algo bueno de aquellas personas en las que has confiado, y has compartido tantos buenos momentos? Pues no. Y aunque sea tarde, ahora a mis 21 años me doy cuenta de como se mueve el mundo. 

Sorprendiéndonos tanto para bien como para mal, hay personas que llegan a tu vida para quedarse y otras, que aunque justo en el momento que llegan no lo sabes, están de paso. De paso para enseñarte a valorar las cosas que fallan en ellas mismas, a sentir que no quieres volver a toparte con sus caras, a saber lo que realmente buscas en alguien.

Sinceridad. Cariño. Reciprocidad. Amistad. Lealtad. Humildad... Y sobre todo falta de hipocresía; son los  valores que para mi marcan una amistad duradera. 
Quizás puede que suene algo melodramática; sí, lo sé. Pero las circunstancias que me rodean hacen que me exprese de esta manera. 

Poner en orden tus prioridades, saber preocuparte por aquellas personas que saben hacerlo por ti. Pero en el momento. 
No volveré a esperar otros 3 años más para darme de bruces contra el suelo. Ya lo he hecho una única y última vez...

¿Lo mejor de todo? Mi conciencia. Creo que está mil veces más tranquila que la de la gente que, posiblemente, me haya fallado.
¿Lo  más gracioso? Sin haber movido un dedo, pareces la culpable de todo.

Y, en el fondo, irónicamente; si que lo eres. Lo eres y lo sabes. Lo sabes y lo eres. Por no hacer caso a la dichosita frase, y esperar TODO de TODOS. 


martes, 13 de mayo de 2014

Cómo la primera vez

No sé si echarte de más, cuando me echas de menos. O si el problema está en echarte de menos, cuando me echas de más. 
Miedos cuelgan de mis vértices, seguidos de inseguridades.
Sé lo que realmente quiero, aunque tú todavía lo dudas. Y creo que se me va de las manos. Que si pasas de página no quiero que me dejes atrás. 


martes, 11 de marzo de 2014

Maybe

No es que no  me alegre, ni mucho menos que no lo acepte. Sólo que me da un poco de miedo lo rápido que pueden ir a veces las cosas. Siempre he sido de esas que se piensan las cosas dos veces antes de hacerlas y, he de decir, que, aún así hay muchas que no me han salido del todo bien.

Puede que el "quiz" de la cuestión sea simplemente eso: El pensar las cosas demasiado. Tal vez si hubiera elegido rápidamente el sabor del helado que se me vino a la mente el día que le conocí, tal vez hubiéramos coincido en algo, o sí me hubiera tentado la idea de coger el coche aquel día que realmente lo necesitaba, llamar a alguien cuando realmente quería o decir un "te quiero" a tiempo para salvar ciertas relaciones. 

Quizás, dentro de todo ello, las cosas hubieran sido totalmente distintas. 

Aún así, no me las imagino tan distintas de cómo lo son ahora. La verdad es que, hay cosas que han llegado de golpe; pero, al fin y al cabo, han llegado. Otras me gustaría  haberlas digerido con tiempo y paciencia, pero de ellas he aprendido tantas cosas... No lo noto, pero sé que he cambiado. Tampoco sé si para bien o para mal, si sigo siendo igual de terca y cabezota que siempre, o si he ganado paciencia con los años, que ciertamente me sobra bastante ahora mismo.

Pero no me acostumbro. Sigo sin hacerlo a pesar de los días que pasen. Ella siempre había sido de esas que no necesitaba demostrar nada a los demás y, ahora, la cosa ha cambiado. Ella ha cambiado. Y creo que todo a mi alrededor también lo ha hecho. Quizás eso sea "madurar", quizás "madurar" implica cambiar y no volver a ser fiel a muchos de tus principios. Quizás... Pero ese quizás se me queda muy corto.


lunes, 3 de marzo de 2014

Cuándo

Cuando piensas demasiado y no te sale nada. Cuando lo único que escuchas son los claxones y motores de los vehículos que circulan justo a tres palmos de tus pies. Cuando escribes y no sabes porqué lo haces. Cuando repites mil veces cuando. Cuando tus pies están tan fríos que no puedes calentarlos ni aún con el calor del fuego. Cuando te echo de menos. Cuando ni siquiera se por qué te echo de menos, si no sé ni lo que es eso. 

Cuando me río sin pensarlo, sin saber si queda acorde con la situación. Cuando necesitas hacerlo y no quieres parar. Cuando escribes con la luz apagada y te resulta mucho más inspirador. Cuando corres para no perder el bus. Cuando pisas un charco con botas de agua y vuelves a ser niño otra vez. Cuando presientes que todo va a ir bien. 

Cuándo, es cuando. Cuándo, es ahora. 



martes, 11 de febrero de 2014

All about you.

¿Por qué ella insiste en ser tan inmadura en estas cosas? No quiero que cambies por eso. Alguna vez este amor terminará y todo se olvidará. Entonces, algún día, nos reiremos. 
Dices que todo está bien, pero yo sé que es mentira por la sombra que muestran tus ojos. 
Sabes que no tienes porqué hacer esto solo, como si no tuvieras a nadie a quién importarle. No tienes que actuar como si estuvieras solo, como si te aprisionaran las paredes. 
No soy solo una cara más, sabes que soy alguien que realmente te conoce, alguien que sabe todo sobre ti. 
Mientras tanto, aquí sigo; esperando todavía. Tu buscas romper nuestros lazos, pero lo que no sabes es que son más fuertes de lo que piensas. 
Puedes decir que no lo he intentado.
Puedes decir que te he desilusionado. Abandonado. 
Pero eres tú el que, ahora, parado ahí, dices adiós. Y dices que eso está bien. Pero estás mintiendo, siempre te delata tu mirada; como cuando éramos niños y te caías del columpio sin derramar una lágrima. Sólo para hacerte el fuerte. Sólo para mí. Como cada paso que dabas, como esa necesidad de tenerte aquí, a mi lado; por muchos años pasados. 

lunes, 3 de febrero de 2014

Impulse.

Muchas veces nos apresuramos en la toma de decisiones. No suele ser algo innato, si no que está influido por un gran número de factores que  nos pueden llevar a cometer la gran cagada del siglo. A veces, pararse a pensar no sirve de nada cuando tu mente ya tiene una idea preconcebida de lo que va a pasar o de lo que, en muchas ocasiones, ya ha pasado en la misma.

En algunas circunstancias, es fácil solventar este tipo de cagadas que los impulsos nos pueden llevar a cometer puesto que resultan casi triviales en nuestra vida; por el contrario, otras muchas no pueden enmendarse y es cuando entramos en el bucle de los porqués y las lamentaciones.

Resulta difícil pensar que te has fallado a ti misma por una simple tontería, pero resulta fácil decir lo muy orgullosa que te sientes por haber conseguido algo de lo que tenías ganas de una forma u otra. Engañarse a sí mismo. Eso es lo que hacemos la mayoría de los mortales. Queremos impregnar nuestra mente de una idea errónea para no sentirnos tan culpables, que la estrujamos al máximo cubriendo con un tupido velo la causa o idea real que ha dado lugar a la situación.

Como he dicho anteriormente, no es intrínseco en el ser humano; si no que, principalmente, está supeditado a una serie de factores adquiridos por diversos comportamientos que se encuentran al mando de la sociedad actual: Que tener una 38 está de más, que tener ganas un sábado por la noche de ver una película en lugar de echar un polvo es raro, que tirarse a tres en una noche "me sabe a poco"... 

Soy la primera que, en este sentido, levanta la mano como culpable. No juzgo a la sociedad en general, si no a mi particularmente. TODOS adoptamos, en mayor o menor medida, este comportamiento al mando de la globalización de los sentimientos y actitudes pautados como "correctos". Por todo ello, vamos a intentar ser un poquito más "nosotros", no dejarnos llevar por el qué dirán, pautar nuestros propios límites, nuestras metas y objetivos pero sin que ellos estén marcados por un hurry up en el camino.


domingo, 26 de enero de 2014

Free lives, free waves.

Llevo toda la mañana escuchando a un hombre pedir limosna en la esquina situada en frente de mi casa. Resulta casi irónico que yo; sentada, arropada con mil mantas y más feliz por acabar los exámenes que nerviosa, tenga todo eso que él pide. En su mano, llena de heridas propiciadas por el tiempo, muestra una fotografía: la de su familia. En la otra y bajo el brazo, paquetes de pañuelos que, son lo único que le permiten llevar algo a casa. 
Algunas personas pasan de largo. Otras, lo miran de reojo e incluso se atreven a pensar si verdaderamente sufre tanto como parece. Las señoras más mayores con forros y abrigos de piel, miran la fotografía familiar creyendo entender lo que realmente está pasando pero, ignorándolo completamente.

"No tengo nada suelto", es lo único más parecido a la realidad que he escuchado salir de la boca de un transeúnte. 
Por unos minutos, ha permanecido en silencio. Un silencio incómodo. Su voz se escapa entre el aire, con poca fuerza; dejando entrever el sufrimiento que le acarrea que otro día más se esfume entre sus manos, sin poder hacer nada al respecto. Sólo ha permanecido callado para recuperar la voz, para recuperar la fe en otra persona nueva que pasea de la mano de otra y que, a falta de nuevas reacciones, pasa de largo sin percatarse siquiera del aspecto del hombre.

El cambio viene después. Cuando ya cesa, simplemente se apoya en la esquina; esperando el paso de personas y, sin decir nada, ofrecer los paquetes que tan poco rentables han resultado salirle. De repente, un tipo con un sombrero negro, se acerca, le mira a los ojos y le dice a su mujer que espere unos segundos antes de continuar con su paseo. Sus ojos claros, miran fijamente los del hombre, desgastados de tantas lágrimas perdidas en el tiempo. Extiende su brazo y echa unas cuantas monedas sueltas, al mismo tiempo que el mendigo esboza una sonrisa que parece salirse de su cara. "Gracias, muchas gracias. Gracias, gracias, gracias..." Es lo único capaz de balbucear. Pero lo agradece de verdad. El lo sabe. El hombre con el sombrero negro lo sabe. Su mujer lo sabe. Pero los transeúntes lo ignoran.

Luego bajo la vista a mis apuntes, subrayados con diez mil colores para ver si así mejora la cosa y se quedan grabados para siempre en mi memoria, al menos hasta el día del examen. Vuelvo a mi realidad. Esa que tanto me jode a veces, pero que doy gracias porque así sea. 
Llena de retos, metas, ideales... Pero no tan jodida como la de tantas y tantas personas, que como consecuencia de la situación actual, se ven abocadas a pedir limosnas, refugio, comida, o simplemente un porvenir para sus familiares. El precio a pagar muchas veces es alto, pero están dispuestos a arriesgarlo todo por una vida digna; no llena de comodidades, pero que les permita ser, al menos, un poquito más felices.