sábado, 1 de diciembre de 2012

Diciembre.

    Puedo decir que es uno de los meses  más fríos, pero que a veces, se convierte en uno de los más cálidos. La gente parece olvidarse de todo, al menos cuando ves las calles abarrotadas de individuos comprando o riendo libremente. Puede resultar materialista y vale que, con el paso de los años, se ha convertido en una época en la que todo se resuelve con regalos hechos por compromiso.

      Pero yo sigo viéndolo como antes. Calles repletas de nieve, luces, hombres envueltos en sus trajes de "Papá Noel" ese que tanto le gusta a mi padre... Sí, ese mismo. Resulta irónico que incluso en épocas de crisis la humanidad siga creyendo, y se deje llevar por todas esas cosas que llaman en este preciso momento del año. Pero es así. Para mí sigue siendo algo mágico.

      Sigo sintiendo ese algo especial, cuando la familia se reúne, ríe y celebra que un año más están juntos. Cuando salgo con ELLAS, dando vueltas como locas y hacernos fotos con el árbol de la plaza, tomar un chocolate caliente, ir abrigadas cual cebolla y reírnos de todas las cosas de las que no nos hemos podido reír durante el año. Sigo estando nerviosa el día de reyes, sigo queriendo asomarme por la esquinita de mi habitación y pillar a "Los reyes magos" colocando los regalos en el salón, junto al árbol de navidad y el belén.

    Lo siento pero me siguen encantando estas cosas. No lo cambiaría por nada del mundo. Y por muy mal que vaya todo, por momentos, te olvidas de aquello que sin querer ya ha salido de tu vida. 


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